martes, 14 de agosto de 2012

Ahora que tú eres tú y yo soy yo.

Ahora somos tú y yo. Nos vemos y esperamos reconocernos el uno en el otro. Tú eres para mí mi nube de vapor y yo para ti tu rosa de los vientos. Los dos preferimos ignorar la tormenta que te vuelve frío y que a mí me arrastra. Mira por dónde, igual así dejamos de ser tan hipócritas. Quizá así nos echamos en cara todo eso que no nos atrevemos a decir. Igual a mí se me acaban los días etéreos y tú dejas de fingir sonrisas para complacer a gente que en realidad no te importa lo más mínimo. Tal vez me guste que la tormenta me arrastre, ¿no lo habías pensado? Pues hazlo, porque igual tú mismo te sorprendes yendo hacia ella. Pero esto sólo pasa mientras seamos tú y yo, porque pronto dejaremos de serlo, ya lo verás. Entonces todo volverá a ser como antes, yo aguantaré tus falsas modestias y tú mis falsos enfados. Soy consciente de que quizá no sea lo mejor del mundo, pero nadie dijo que lo maravilloso tenga que ser perfecto.