martes, 29 de enero de 2013

Hoy no me encuentro.

Levantarte un día más, y pensar: hoy no, hoy todavía no toca. Sonreír a pesar de todo, esa es la actitud. A pesar del cansancio, a pesar del agobio, a pesar de que haga un mal día y no te apetezca verle la cara al mundo. Sin embargo, ahí estás tú, pequeña e insignificante, pero fuerte. Aguantando otro día más, pensando que queda un día menos, si lo ves del revés, que cada día que pasa es maravilloso por el simple hecho de serlo, por el simple hecho de poder colarme entre tu risa. Por ese quiero y no puedo, o ese tira y afloja. Lo que es mejor: por ese quiero y lo intento, y por ese tira que yo te sujeto. Por esas cosas, por el esfuerzo, por los recuerdos, aunque sepas que luego duele, que en un futuro herirán las cicatrices del alma, aún así, echaré de menos esos días, en los que el tiempo no cambiaba, en los que todavía quedaba un rinconcito para soñar.








Dedicado a esa personita que, por muy mal que me salga un texto, aunque lo haga de noche, cansada y en cinco minutos, ella me seguirá diciendo que es precioso. Muchas gracias por todo. ASM.

jueves, 17 de enero de 2013

Sobre cosas de la vida.


El otro día, alguien me preguntó cuál era mi libro favorito, y me pareció una de esas preguntas trampa, como cuando de pequeño te preguntaban: ¿A quién quieres más? ¿A mamá o a papá? Pienso que no existe libro favorito para nadie, cada uno tiene su momento y su lugar, distintos significados según la persona que lo lea, para cada cuál es especial a su manera; de la misma forma que quieres de manera distinta a tu padre y a tu madre, y no por ello significa que quieras más a uno que a otro. Pues por esta regla de tres se dan todas las situaciones de la vida: algunos pretenden alcanzar la felicidad a través del dinero, otros, del poder, otros, de la fama. Incluso hay gente que piensa que puede ser feliz engañando y mintiendo, aunque signifique hacer daño a otros, y lo que es peor, hay gente dispuesta a autoconvencerse de ser algo que no es; pero yo no soy de esas, en realidad, me hace falta muy poco para ser feliz: mis padres, mis amigos, él y mi abuelo, no necesito nada más. Y hoy os digo que para mí, el mejor momento de la semana ha sido el poder coger la mano de mi abuelo y hablarle, que sienta que estás ahí para lo que sea, y que no quiera soltarte cuando le dices que te tienes que ir. Hay los que no lo entienden, y prefieren no escuchar, normal: se han pasado toda su vida sin hacerlo. Quieren hacerme creer que es idiota, que ya está todo acabado, que no entiende nada ni sabe lo que dice. Menos mal abuelo, que tú y yo sabemos que no es así, pobres ilusos, qué listos se deben de creer, con sus pastillas y sus lamentos, qué fácil es para ellos no ver lo que no quieren ver. Ánimo, que todavía quedamos unos pocos valientes que nos atrevemos a ver la realidad, pero tú no te preocupes, será nuestro pequeño secreto, ¿vale? Sólo vas a tener que compartirlo con esos privilegiados que creen en ti. De todas formas, creo que ellos ya lo saben sin necesidad de explicarles nada, es de esas cosas de las que cierta gente se da cuenta sin necesidad de que se lo digan, seguro que a ti también te pasó alguna vez, porque tú también eres de esos a los que les gusta sonreírle a la vida.
Eres grande abuelo, y yo estoy contigo. Siempre lo estaré.





miércoles, 2 de enero de 2013

Cada uno de mis suspiros lleva tu nombre.

Quiero emborracharme de tu sonrisa, quiero que me roces con cada fibra de tu ser, quiero que vivas conmigo cada día como si fuese el último. Necesito más tú, para llenar mi yo. Quiero pasear contigo junto al mar, y que me digas lo guapa que me ves esta noche, y me pongas colorada. Quiero ser contigo, todos los días de mi vida, no quiero compartirte con ninguna otra, a veces ni siquiera quiero compartirte contigo mismo. Te quiero, hasta la luna, ida y vuelta, como te quise el primer día y como te querré el último, te quiero hasta la locura. Tengo sobredosis de ti, de tus gestos, de tu personalidad, de cada matiz de tu cuerpo. No existen palabras, ni razones, no existen pretextos ni motivos de peso; todavía no sé por qué, no es algo que se pueda explicar con palabras, es algo que se siente, que se sufre, que se llora y que se ríe, es eso que los osados llaman amor, eso es lo que se escapa de mi boca con cada sonido que se refiere a ti. Ojalá estuvieras aquí, conmigo siempre. Mejor, ojalá pudieras desaparecer y dejarme vivir, pero eso sería ponerme las cosas demasiado fáciles, y tú nunca fuiste chico fácil, y eso me gusta, me encanta, me vuelve loca, me enamora. Tú y sólo tú, en eso quiero pensar durante los próximos mil años.