Ni
todos los besos de película, ni todos los poemas de Neruda, ni todas las
canciones de amor, ni todos los días de San Valentín, ni todos los “te quiero”,
tanto los que fueron dichos como los que se quedaron en lágrimas; ni todos los
finales felices, ni todas las estrellas del universo, ni todos los corazones,
ni todas las bodas del mundo, ni siquiera todas las parejas, nada,
absolutamente nada, pueden compararse con mis sentimientos, con nuestra
historia no comenzada, con tu graciosa forma de caminar, con tus largas
pestañas, con mis sonrisas de idiota, con tus enfados, con tus borderías y con
tus palabras de cariño, con nuestra amistad, con tus preciosos ojos
almendrados, con tu chulería, con tu amabilidad, con tus idas y con tus
venidas, con cada roce, con cada mirada. Nada podrá compararse con tus
imperfecciones, y con lo mucho que las amo día a día. Nada.