He
aprendido que un invierno contigo se me hace como mil primaveras sin ti, y
mientras tanto, aprendemos juntos a pensar sin usar tanto la cabeza. Coge un
tren a París y viaja por las piernas de mi alma. Y ahí estás tú, homicida de
sentimientos, disfrutando del sexo sin amor. Y ahí tú, desafiando las leyes de
la gravedad, empleando tu mente para soñar y volar, porque los viajes a través
de uno mismo son los mejores. Desgraciados aquellos que piensan que la juventud
está en otros y no en uno mismo, desgraciados aquellos que sufren sin pasión y
no gritan de placer. Que el futuro es adicción y el presente es vida, que lo
mejor es poder sentirte dueño del reloj por unas horas, y convertirlas en lo
más maravilloso del universo. Volver a los orígenes no es malo, y perderse no
es retroceder. Hay quien no piensa en la magia de las interminables ojeras de
un buen whisky, haciendo lo imposible por admitir que también llevan un poquito
de tu nombre grabado a fuego. Hay quien no sabe distinguir entre la soledad y
el estar solo. Hay quien no es capaz de enamorarse de una sonrisa y el que
necesita años para decidir, y cuando lo ha hecho vuelve a dudar. Hay quien
todavía piensa que la familia te viene con denominación de origen, como tristes
arrebatos en desgarradoras notas de un piano desafinado. Hay quien piensa que
la vida no es para vivirla, como esqueletos andantes mantenidos en emociones
fuertes vendidas noche tras noche. Hay quien piensa que la muerte está tras una
tumba, y yo digo que los verdaderos muertos caminan todos los días. Hay quien
ama y es amado, hay quien no sabe amar, y hay quien mal ama. Hay quien es
creyente, y quien piensa que los verdaderos ángeles no están en el cielo. Quién
sabe, quizá me equivoco, quizá solo son burdas divagaciones de domingo por la mañana
y café en los labios. Pero creo que la verdad es que no hay verdad, que la
lluvia para mí sigue siendo más que un simple fenómeno atmosférico; a partir de
aquella noche las canciones no son solo canciones, respirar no es solo
respirar, y el amor no es solo el amor. Que a veces basta solamente un segundo
para trastocar todos tus esquemas, tus principios y creencias. Que a veces
basta solamente una persona para volver a sentir, para volver a vivir, para
sentirte completo. A veces, llega un momento en el que no necesitas nada,
porque ya eres plenamente feliz.