jueves, 30 de mayo de 2013

A medias.


Siempre pensamos que este momento nunca llegaría. Y aquí nos ves, a ti y a mí, sentados en un banco, quizá esperando que el cielo caiga sobre nuestras cabezas, ya de por sí cargadas de responsabilidades. Siento las manos heladas, a pesar del calor que hace. Siempre me pasa cuando me pongo nerviosa. Tú pareces sereno, con esa sonrisa que nunca abandona tus labios, cuando lo haga creo que el sol dejará de brillar tanto. Pero en el fondo sé que estás nervioso, tú a mí no me engañas, no a estas alturas. Me tenías confundida, y pensabas que así lo arreglabas todo, porque sabías que yo no soportaba mantenerte la mirada. Te reías de mí como si fuese una niñata estúpida cualquiera, y tal vez me comporté como tal. Tu manía de confesarme las cosas a medias. Sabías cuánto me gustaba que lo hicieras, vaya si lo sabías. Y cómo lo aprovechabas. Supongo que aquello se parecía bastante a la felicidad: efímera, plena, radiante. Y como todas las cosas terrenales, acabó. Yo creo que los dos contribuimos con nuestro trocito de indiferencia y pasividad, a nuestra manera. No pudimos aguantar más, supongo. Y pensar que te vuelvo a tener a unos pocos metros, ahora ya sin sentir nada...No sé de lo que tengo más miedo, si de lo grande que fue aquel día, o de lo monótono y decepcionante que se ha convertido ahora. Las dos cosas son increíbles, las mires por donde las mires, a su manera, como fuimos siempre tú y yo. 



lunes, 20 de mayo de 2013

Las ventajas de ser un marginado.


“No sé si tendré tiempo para escribir más cartas, porque podría estar demasiado ocupado intentando implicarme. Así que, si esta acaba siendo mi última carta, quiero que sepas que me encontraba mal cuando empecé el instituto y tú me ayudaste, aunque no supieras de qué hablaba ni conocieras a nadie que le hubiera pasado lo mismo, hiciste que no me sintiera solo. Sé que algunas personas dicen que estas cosas no pasan, y que hay gente que olvida lo que es tener dieciséis años en cuanto cumple los diecisiete, y sé que algún día todo esto serán anécdotas, que nuestras fotos se volverán viejos recuerdos y que todos nos convertiremos en padres o madres de alguien. Pero ahora mismo, estos momentos no son anécdotas, esto está pasando, estoy aquí, y la estoy mirando porque es preciosa. Puedo verlo, en ese instante te das cuenta de que no eres una historia triste, estás vivo. Te pones de pie, ves las luces sobre los edificios y todo lo que hace que te asombres. Escuchas la canción de aquella noche en el coche con las personas a las que más quieres en el mundo, y en ese instante sientes que…somos infinitos.”

sábado, 11 de mayo de 2013

De cero.

Yo no quería lo mejor. Simplemente me gustaba tu forma de llenarlo todo siendo tú mismo, sin necesidad de fingir nada, como alguien verdadero. Me gustaba esa manía tuya de no callarte las cosas, de decirlo aunque suene mal, aunque no guste, aunque duela. Y esa forma de ganarte a la gente con una sonrisa. Eras como un laberinto del que cada día descubrías un camino nuevo en el que perderte. Y ese nada que éramos entonces...eso era lo que más me gustaba, que no necesitábamos un nombre para expresar lo que sentíamos. Llámame nostálgica, pero fueron unos momentos tan tiernos, tan llenos de luz, de esperanza, que me es imposible olvidarlos. Es una pena, al final te volviste como todos, dejaste de buscar. Claro que tengo frío sin ti, aun teniéndote a centímetros, echo de menos lo que eras antes. Levanto la cabeza y veo la luna brillar en el cielo, parece que se burla de mí, que me está jugando una mala pasada. Al menos ahora lo tengo claro, y has sido tú mismo el que me ha abierto los ojos. Ya no tiene sentido seguir preguntándose qué pasó, o qué no pasó, qué fue lo que hicimos mal o de lo que tuvimos tanto miedo. Yo creo que en el fondo sabemos de sobra todas las respuestas a esas preguntas, pero no queremos reconocerlo. Por lo de siempre, por orgullo. Es mejor así, que nadie sepa nada, que no quiero ni imaginar lo que los silencios hablan. 


Cigarettes - Russian Red