miércoles, 25 de diciembre de 2013

Algo de antes.


Decían que podía arrebatar sonrisas desesperadas, y regalar falsos recuerdos. Que sus ojos brillaban más que cien puestas de sol, que podía hacer llorar al hombre más fuerte con sólo una exhalación. Era una persona sencilla, con sus defectos y sus virtudes. Tuvo muchos errores, pero lo que hizo, lo supo hacer bien. Quizá por su gran empeño, que permanece a lo largo del tiempo. Arrancó bailes sin música que se me antojaban mágicos. Prendió la mecha de una vida dura, de superación y cansancio. Cuando esa llama se extinguió, el vacío que cubrió ese día fue imparable. Parecía que el cielo estaba conteniendo el aliento. Nadie sabía dónde posar sus palabras, porque parecía no haber hueco para ellas. Dicen también que estos días son tiempos de nostalgia y recuerdo, de bruma y felicidad; quizá sea por eso, que hoy estoy aquí sólo para ti, consagrada a pensar en los momentos de un pasado que sé que no volverán. Así que espero que tú también, especialmente, tengas unas buenas Navidades. Allí donde estés, nunca dejes de saber que hay gente que no te olvida, y que nunca lo hará. Nunca olvides que te quiero.

sábado, 7 de diciembre de 2013

.-Diciembre-.

Huelga decir que te quiero, como los relojes quieren al tiempo, como los pulmones al aire, como el ser humano a la felicidad. Aunque lleve un puñal clavado en la espalda, aunque me cueste respirar, y la voz se me vaya, y apriete el corazón. Sigue siendo extraño extrañarte, inevitable quererte, con el eco de las risas, con el frío del infierno. Y un día, cuando nos veamos y hayamos bailado al son de nuestras vidas, ¿sabremos volver a reconocernos en nosotros mismos?

Peces de ciudad - Joaquín Sabina.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Frozen.


Volvía a casa de una jornada de duro trabajo. Su cara reflejaba la saciedad que sentía últimamente de la vida, el rápido y temible paso de los años. Dejó las llaves en la mesa del recibidor y se deshizo de la maraña de cosas que llevaba entre los brazos. Fue a echar un vistazo al salón. Su marido tenía la vista fija en la televisión, lata de cerveza en mano, y parecía tan ensimismado en el programa que estaba viendo que no se había dado cuenta de su llegada. No se molestó en hacer notar su presencia. Llevaba así muchos años y aquello
no iba a cambiar ahora. Se preparó un sándwich y se lo fue comiendo mientras sacaba documentos y archivos que debía resolver. Antes de enfrascarse en aburridas lecturas fiscales, decidió dedicarse los primeros cinco minutos a sí misma que había tenido en mucho tiempo. Se quitó los zapatos y se sentó en el alféizar de la ventana de su habitación, haciendo gala de una antigua costumbre adolescente. Y ese inocente pensamiento vino acompañado de más recuerdos. Recuerdos inesperados que ya creía olvidados. Una sonrisa torcida. Largos dedos que tocan un piano. Una melodía. Las lágrimas acudieron a sus ojos sin avisar. Una profunda melancolía y la incertidumbre de un paradero desconocido llenaron su pecho de dolor. Había algunas cosas que el tiempo no había logrado curar. Después pensó en ese tren, en los tristes colores que había tenido ese día, en sus ojos la última vez que se habían visto. Y descubrió que hacía mucho tiempo que su vida no era feliz, que se había acabado casando con un hombre al que no amaba, para tener cosas que no necesitaba y un trabajo del que no disfrutaba. Sentía que tenía una vida tan vacía, que sintió pena, mezclada de tal odio y repulsión hacia sí misma que creía que estallaría. Lo único que quería era cruzarse con él, como si fuese un día cualquiera, de una vida cualquiera, en una ciudad cualquiera. Coincidir. Como había sucedido aquel caluroso día de mayo. Necesitaba verlo. Daría cualquier cosa por volver a aquella época, a aquel amor adolescente del que nadie daba nada, por el cual las personas que más quería en el mundo le habían dado la espalda, y nunca más había recuperado. Para al final haberlo perdido todo. Qué irónica es la vida a veces, qué cruel. Bajó los pies del alféizar de la ventana y se levantó. Caminó sumida en sus pensamientos hasta la puerta, en sus recuerdos. La abrió y la cerró por última vez. No llegó a despedirse. No dijo nada, nunca decía nada. Jamás volvió. 


miércoles, 13 de noviembre de 2013

Hoy por ti, mañana también.

Dicen que de ataques gratuitos también se vive. Y que el amor es gratis. Pero qué sabrán ellos, de errores, rencores y demás prisas. De miedo a dejarme mecer por tu suave arrullo, de caricias en la espalda con dedos temblorosos, de recorrer el mapa de tu cuerpo con la mirada, de noches en vela y días demasiado cortos. De los huesos de tus caderas y amaneceres en el hueco que deja tu voz. De besos en la clavícula, de sonrisas dormidas, de gritos en el tiempo. De dejarme caer en el abismo de tu orgullo, para despertar entre tus brazos. De provocar colisiones entre razón y corazón, entre ser y estar, entre huir y luchar. 

Por esos viejos tiempos contigo, por los nuevos sin ti. 

sábado, 26 de octubre de 2013

Y ahora...


Hoy no os voy a hablar en términos abstractos, para que no tengáis que interpretar nada. Hoy os voy a hablar del amor, para variar, pero también del dolor, para variar más aún. Os voy a contar cómo en tan poco tiempo me han demostrado muchas cosas, algunas sin saberlo, otras sin querer, y a menudo todas ellas positivas. Os voy a hablar de cómo la vida da tantas vueltas, o de la necesidad de una mano amiga en momentos oscuros. Os voy a hablar de madurar y de ayudar, de ser persona. Quisiera hablaros de tantas cosas que no me quedarían palabras para mí después, así que tendréis que disculparme, hacer un esfuerzo, y hablaros a vosotros mismos de todo ello, de lo que sois, de lo que fuisteis alguna vez, y de lo que tenéis planeado ser. 


miércoles, 16 de octubre de 2013

Dime que todavía lo sientes.



¿Sabes cuando estás con una persona y cada centímetro tuyo pide más de ella? Pues eso es lo que me pasa contigo. Evito el "he vuelto a", porque no es asunto de nadie, ni siquiera mío a veces. Y oigo la lluvia caer, golpear contra el cristal, y te siento tan cerca en cada una de esas gotas. Pero las horas son distantes, y el tiempo se hace largo sin ti. Siento que he retornado a mis orígenes. Y menos mal, porque últimamente amar a escondidas ya no es lo que era antes. Vuelvo a sentir ese miedo, yo creo que nunca me había abandonado. Simplemente era un tregua. Miedo a amar, a amar demasiado, equivocadamente, inocentemente a veces. Sin límites. Suena tan raro cuando lo escribes, y tan lejano cuando lo pronuncias. Como tu nombre. Ese sí que es lejano. Pero qué terremoto en mi interior cuando lo oigo, ¿eh? Lo que son las cosas, y lo que cambia el tiempo, o nosotros, depende de cómo se mire. Una cosa lleva a la otra, van de la mano. Como deberíamos ir nosotros, como hemos esperado hacer siempre. Después no me mires con cara de pena, que sabes que no me resisto, que mi voluntad es débil cuando se trata de ti. Así que no me vengas con flores y San Valentines, que nos conocemos, y luego cavamos nuestra propia tumba. 

viernes, 11 de octubre de 2013

Yo ya.

Tanto tiempo deseando hacerlo y ahora no sé ni cómo empezar. Son ironías de la vida, supongo. Será que me encuentro en esa situación a la que hacía poco llamábamos futuro. Será que tomo decisiones que me traen consecuencias imprevistas, a las que nunca me acostumbro, que siempre me sorprenden con la guardia baja. Quizá se deba a mi manía personal de intentar encontrar eso que todos llamamos coherencia, sentido común, moral; y después necesitar un poco de espontaneidad, de puro instinto. Pero es una situación de la que tú te sientes dueña, y es agradable pensarlo. Saber que vas a participar de manera activa en esa primera independencia que todo el mundo anhela, que estás preparada para vivir. Y a la vez sentir que todas las fibras de tu ser fallan cuando lo piensas tan sólo por un instante, que te resquebrajas por dentro. Descubres cosas interesantes todos los días, gente interesante, como ya había pensado que no quedaba. Esperas una oportunidad, y finalmente la encuentras. Intuyes el camino correcto. Porque yo siempre he actuado así, más por intuición que por propia racionalidad. Y cuando te das cuenta de que la música de una ciudad desconocida te envuelve, de que el color de la hierba no es diferente aquí, se lleva un poco mejor. Siempre hablamos del término distancia, y jamás nos damos cuenta de lo que duele hasta que lo sentimos en nuestra propia alma. Y luego está el hecho de sentirte libre, de una nueva y extraña forma, irreal, maravillosa. También están las cosas que no percibimos, o que no queremos percibir. Y en el medio de todo eso estás tú, tan grande y tan pequeña a la vez. Y sonríes, por esos nuevos sentimientos que se mezclan en tu interior, la mayoría nada desagradables, para ser franca. Siento que por ahora no podamos compartir grandezas, pero...lo bueno de hace esperar, ¿no?


                                        







miércoles, 18 de septiembre de 2013

En blanco.

Como siempre, es el silencio de la noche el que siempre me acaba salvando. Y recuérdalo una vez más: sólo tú eres el dueño de tu vida. Que no te digan 'soy tuyo', porque no es el hombre de tus sueños, ya lo es de los suyos. Nunca seas el esclavo de nadie, y ten en cuenta que no todo lo que es oro brilla. No peques de pecador. Aunque en la entrada al infierno hay cola. Cero complejos, cero remordimientos. Lo pasado, pasado es. De los errores se aprende, aunque algunos no quedan claros y se tienen que volver a repetir. Vive sin miedos. No te fíes de tu sombra, que los que te siguen a todas partes son los primeros en abandonarte. Habla con los fantasmas del pasado, tienen cosas importantes que decir. No tengas miedo a las alturas, la capacidad de volar es la más hermosa que ha sido concedida a las personas. Déjate llevar por el corazón, también tiene sentimientos, no permitas que se sienta despreciado. Intenta reflexionar de vez en cuando, una buena decisión a tiempo puede ahorrar años de dolor.  Sé independiente, pero que no te digan que puedes vivir sin su olor. Y es mirarlo todos los días y nublárseme la mente. Pura melancolía, eterna pasión.
Ama, ama por encima de todas las cosas. Con locura, con naturalidad. Porque es a ti, amante espontáneo, indescifrable, intermitente, a quien están buscando este par de pies descalzos, esta taza de café caliente, esta historia sin escribir, esta lluvia de Santiago.  


                                             
Sonríe, yo invito. 




   


viernes, 23 de agosto de 2013

Capítulo II.


La noche antes de abandonar el pueblo fui a visitarte por última vez. Nunca te lo llegué a decir, pero habías sido para mí el único amigo que había tenido en ese condenado lugar, y no te merecías una de esas despedidas que sólo sirven para dar pena, o recibirla. Así que intenté comportarme como siempre. Nunca quise hacerte daño, pero hubiera sido peor que toda aquella rabia que me consumía las entrañas hubiese salido a flote. Ya había sacado una vez lo peor de mí, y no volvería a cometer ese mismo error. Por eso me iba, entre otras razones, para asegurarme. Había llegado un momento en el que me sentía aprisionada en mi propio territorio, y notaba la tensión en el ambiente cada vez que me cruzaba con alguien. Sentía sus miradas congeladas en mi espalda, cargadas de odio y rencor. Ya no era bienvenida, nunca lo había sido en realidad. La gente soportaba mi presencia por el simple hecho de que mi madre era la única que alegraba la triste vida de todas aquellas personas. Mi madre pintaba. Y aunque parezca mentira, siendo un pueblo tan pequeño como era aquel, recibía muchos encargos. No solo pintaba con gran maestría, poseía un don que la hacía más valiosa todavía: sabía escuchar. Ella era capaz de ver en el alma de las personas, y plasmarlas en un lienzo tal y como eran. Por eso nadie tenía secretos para ella, y todos habían depositado un pequeño gran trozo de sí mismos en sus manos. Antes de que muriera, les hizo prometer que me permitirían quedarme allí tanto como yo desease cuando ella no estuviera. Por supuesto, aquello no les hizo mucha gracia, pero lo aceptaron, puesto que la mayoría de sus sonrisas se las debían a ella. 

En cuanto a mí, ya no sé qué camino seguir. Podría decir que estoy perdida, pero eso no es del todo cierto, ya que no recuerdo un sólo día en el que me sintiera en paz con el mundo. Tampoco soy una víctima, nunca me he sentido un alma atormentada. Enfadada, inconformista, confusa, tal vez. He pasado por esas etapas. Pero no consiento que pienses que soy un alma atormentada, hay una gran diferencia entre buscarse a sí misma y  ser un alma atormentada. Siento como si ya no encajara en ningún sitio, supongo que sigo buscando. Te echo de menos, pero aprenderé a vivir sin ti. Sé que es duro, pero tú también te acostumbrarás a no tenerme cerca. A veces todavía pienso en aquellas conversaciones que teníamos, y en cómo han cambiado las cosas desde entonces. Recuerda, de todas formas, que siempre voy a estar a tu lado, te lo prometí, y sabes que no rompo nunca mis promesas. Aunque tú no sepas cómo, seguimos en contacto. Yo sé de ti, y a ti no te haría ningún bien saber de mí. Tendrás que conformarte con la promesa de que, si algún día me pasa algo, te lo haré saber. 

Los días ahora parecen todos iguales, pero a la vez siempre tienen algo de diferente, es difícil de explicar. Como supongo que ya sabrás, ahora mismo te escribo desde la cárcel. No voy a darte demasiados detalles acerca de ella, porque te conozco y sé que si te proporciono la información adecuada querrás buscarme. Espero salir pronto de aquí, porque los muros exteriores no son nada comparados con las barricadas que he alzado en torno a mí misma. Hace días que no pienso con claridad. Creo que han comenzado a medicarme con algún tipo de sedante, o algo parecido, y he decidido empezar a hacer huelga de hambre. No creo que les haga mucha gracia; sobre todo si tienes en cuenta que han empezado a sospechar que tal vez esté enferma. Ellos no me han dicho nada, por supuesto. Continúan pensando que soy peligrosa, y que podrá darme otro ataque en cualquier momento. A veces, me visita un psicólogo, se llama Ed. O eso dice él. Me hace una serie de preguntas que él llama "rutinarias" y que a mí me resultan muy aburridas. No tienen nada que ver con las conversaciones que manteníamos nosotros. Pero bueno, he aprendido a sobrellevarlo. Para serte sincera, algunas de esas preguntas me parecen un poco absurdas. Por ejemplo, siempre me pregunta qué tal estoy, pero no de la forma en la que lo hacías tú, más como saludo o, vamos, lo que viene siendo "para romper el hielo". Él lo hace con la intención de que le conteste con sinceridad y, ya puestos a jugar a las verdades: ¿Cómo te sentirías tú si estuvieses encerrado todo el día en un antro reducido, sin luz y entre rejas? Luego dicen que la loca soy yo. No le suelen gustar mis respuestas. Esto tampoco lo dice en alto, pero su actitud defensiva, las piernas cruzadas, el ceño fruncido y la saña que imprime escribiendo en ese cuaderno del que nunca se despega, lo dicen todo. Él piensa que lo disimula, pero a mí no me engaña con esas falsas sonrisas comprensivas. Supongo que algo habré heredado de mi madre. 

Ahora debo irme, me dicen que tengo visita, lo cual es raro, porque no se me ocurre nadie que podría querer hablar conmigo, a parte de ti. Me pregunto quién será. He de dejarte. 

Ojalá algún día encuentres la paz, amigo.

M.J.


              

viernes, 19 de julio de 2013

Underwood.


Una vez existió un lugar en el que se guardaban todos aquellos recuerdos que nunca vivimos. Esas escenas imaginadas en la oscuridad de la noche, y de las que nunca hemos sido partícipes de sus encantos. Esas historias robadas tras tanta histeria. Alguien me contó un frío día de diciembre que allí encontró el que debía haber sido su primer beso, y que fue tan hermoso que decidió quedarse en ese lugar para siempre, viviendo ese mismo recuerdo una y otra vez, y que, mientras hablaba conmigo, lo estaba volviendo a ver. Había tantos momentos guardados, como si fuesen cenizas de viejos libros quemados. Maravillosas sensaciones que jamás llegaron a suceder, sonrisas al viento que se perdieron en su día, con el avance de las nubes, y que quizá nunca fueron olvidadas por alguien. Saber que, mientras esa persona siga existiendo, los recuerdos, de un modo u otro, todavía se guardan en ese lugar, esperando a convertirse en futuro incierto, improbable, ridículo sólo de pensarlo. Pero mientras quede una esperanza, por pequeña que sea, de que dicho recuerdo va, algún día, a pasar a formar parte de tu pasado, tú lo vas a atesorar como si fuese tu propio hijo porque, al fin y al cabo, también lleva tu sangre.

Dicen que ese lugar es un mito inventado por esos lunáticos a los que tachan de ingenuos e inmaduros. Una simple ilusión. Pero tú sabes que no es así, y yo lo sé, y él, y también ella, porque todos lo llevamos dentro, aunque no queramos, aunque nos neguemos a creerlo. Y es sólo nuestro.


domingo, 14 de julio de 2013

Gotas.


Ella mira por la ventana y ve llover, pequeñas gotas se deslizan por el cristal y acaban muriendo en el alféizar de la ventana. Observa cada par de ellas, convirtiéndolo inconscientemente, por costumbre de su niñez, en una carrera. Es curioso cómo la mayoría de gotas se unen antes de terminar su insegura trayectoria, cómo prefieren mantenerse juntas a enfrentarse entre sí, aunque dicha competición sólo exista en su mente. Le parece extraordinario que esos dos diminutos fenómenos de la naturaleza prefieran morir juntos, antes que luchar. Se pregunta si no podrían hacer lo mismo las personas, si no podrían ser por un instante como el agua. Aprender a amarse de una forma natural, antes que acabar enfrentados. Ella se pregunta también qué les sucedería a esas gotas si no llegaran a juntarse, cuál sería  su verdadero objetivo, qué conseguirían con ganar esa imaginaria carrera. Una vez más, se pregunta cuántos miles de gotas estarán cayendo en ese momento sobre la ciudad, y cuánta gente habrá prestándoles verdadera atención, aprendiendo de ellas. Ahora entiende a las personas mayores cuando le dicen que la naturaleza es sabia, porque cuando encuentras a una gota que sigue un camino paralelo al tuyo, y decides estar con ella, formar parte de ella, haceros los dos más grandes, más fuertes, más seguros, siempre es mejor que mantenerse alejados, distantes, indiferentes. Necesitamos a alguien a nuestro lado, siempre. La vida no es un camino para recorrer solos, por mucho que uno se empeñe en alejar de sí a la gente que le quiere. Ella se pregunta si no sería una gota de agua salada, parecida pero incompatible, se pregunta qué pasó, qué fue lo que hizo mal para que la vida escogiese un curso antinatural, o si, al igual que las carreras de gotas, esa sensación era algo que sólo estaba en su imaginación. 



miércoles, 3 de julio de 2013

Maldita dulzura la tuya.



Vivimos en un mundo en el que soñar ya no es gratis, en el que no puedes esperar palabras de agradecimiento si no se obtiene algo a cambio, y en el que nos resulta mucho más fácil ignorar nuestra realidad que sonreírle. Yo ya sé, mejor que nadie, que buscar las palabras adecuadas no siempre es fácil, por eso muchas veces las veo flotando por encima de mi cabeza, como si ellas también estuviesen esperando a ser usadas, a que llegue su momento. Últimamente las mantengo encarceladas en pensamientos, porque tengo miedo a soltarlas y que el daño que puedan causar sea peor del que pueda esperar. Esto es algo que tengo que hacer yo sola y sin ayuda, ya que las palabras son algo muy íntimo de cada uno, aunque no todos le den el mismo valor. Yo observo las mías, y las mezo con el paso del tiempo, las perfecciono, a pesar de que al final, lo natural y espontáneo siempre termina siendo lo más original. Es como intentar escribir sin pensarte, y es que todavía no he encontrado palabras que sepan hacer ese trabajo por mí. Pero no temas, las encontraré, y entonces serán más fuertes, más sutiles, más consistentes, y tendrán una actuación tal, que ni siquiera tú serás capaz de pararlas, porque ya no las controlarás, sino que ellas te invadirán a ti, y vas a sentir todo lo que hasta ahora no pudiste. Te llenará una sensación de desasosiego interior, y te llegarán todos mis sentimientos de golpe, como si sólo hubieran nacido para eso. Así nos reímos un rato, quizá de lo curioso que es el mundo, quizá del cambiante tiempo o de cualquier otra obsesión sin importancia y, como siempre, nuestros verdaderos motivos quedarán encerrados sólo para nosotros, porque llevamos toda la vida sin mostrarlos, y no lo haremos ahora. 




                         

domingo, 23 de junio de 2013

Capítulo I


Dijeron que siempre fue una persona extraña, que no le gustaba mucho la gente, y que ya de pequeña no frecuentaba buenas compañías. Nunca estaba de acuerdo con nada, y siempre encontraba alguna objeción a todo, era muy perfeccionista. Podía pasarse una hora entera contemplando el mismo paisaje y, una vez acababa, siempre se iba con una sonrisa de satisfacción en los labios, como si hubiera descubierto algo maravilloso. Era terriblemente observadora. En cuanto tuvo edad suficiente, muchos hombres en el pueblo se fascinaron por su belleza y, a pesar de que algunos intentaron cortejarla, al final todos se acabaron resignando, alegando que era insoportable. Lo que le pasaba es que no era como todo el mundo, y eso es lo que ellos buscaban: una chica más para añadir a su lista. Ella no era así. Nunca se daba por vencida, jamás la vi rendirse. Por supuesto, a mi madre no le agradaba en absoluto que yo anduviese con ella, decía que era malo para nuestra reputación. Al principio trataba de amenazarme con todo lo que se le ocurría, incluso llegó a sugerir que me desheredaría. Al final, al ver que ninguna de sus artimañas daba resultado, se dio por vencida y, a pesar de que seguía sin aprobar mi conducta, me dejó por imposible y hacía la vista gorda. A ella le gustaba mucho leer y aprender, pero siempre por su cuenta. Odiaba las normas, solía decir que era una estupidez hacer seguir a la gente un patrón común cuando cada uno de nosotros somos diferentes. Yo no estaba de acuerdo con ella, siempre sostuve que todos necesitamos una guía de la que partir, algo que garantizase un comportamiento correcto. Ella decía que la gente mala actuaría igual de mal con normas o sin ellas, y lo contrario pasaba con la gente buena.

Durante su infancia y juventud cambió tres veces de colegio, y cuando tuvo edad suficiente la metieron en un internado. Se escapó a las tres semanas. Ella no era una de esas personas a las que podías encerrar como si fuesen pajarillos, porque sabías que tarde o temprano iba a echar a volar, y dado lo mucho que aborrecía perder el tiempo, yo diría que en este caso fue más temprano que tarde. Por eso no me sorprendí cuando me dijeron que se había ido del pueblo, y no dudé de que sería para siempre. Lo llevaba sospechando desde hacía meses. Es más, lo que verdaderamente me extrañó fue la tardanza de su partida, parecía que la estuviera demorando por algún motivo, y eso no era propio de ella. Le gustaban mucho las adivinanzas y los acertijos, era una chica muy inteligente, más de lo que la gente se pensaba. Era también muy callada y reservada, no le gustaba hablar de su pasado, ni de dónde había llegado o qué había venido a hacer. Una vez intenté sacarle el tema, pero ella, al ver mis intenciones, simplemente se dio media vuelta y se fue. La seguí un buen rato, pero ella se negaba a hablarme. Al día siguiente me presenté en la entrada de su casa y le pedí disculpas, preguntándole si aún seguía enfadada por mi comportamiento del día anterior. Ella me respondió que nunca había estado enfadada, sino que simplemente no le había parecido un tema interesante del que hablar, de modo que empezó a aburrirse y se fue. Me dijo que aquel día no había tenido nada provechoso que aportar. Yo me enfadé y le grité que cuando hablaba conmigo siempre parecía estar esperando sacar algún beneficio. Ella me contestó que todos teníamos algo que aportar a las personas con la que compartíamos nuestras vidas, y que ese día era ella misma la que no se sentía capaz de ofrecerme nada a cambio de ese enfado tan hermoso. Dicho eso, se encogió de hombros y cerró la puerta. Yo me quedé boquiabierto. No sabía cómo lo hacía, pero siempre conseguía sorprenderme. Al día siguiente estaba como siempre, y decidí no comentarle el tema. Nunca más volvimos a haber de ello. 

 A pesar de su comportamiento desconcertante, tenía una risa muy fácil, y a mí me encantaba oírla, así que supongo que por eso trataba de hacer más bromas de las necesarias a veces. Supongo que fui el único amigo que tuvo en el pueblo, y al final la gente se acabó acostumbrando. A veces todavía solían recriminarme el modo en qué, según ellos, me había echado a perder juntándome con esa golfa, pero a mí no me importaba en absoluto lo que opinasen, no debía hacerlo si quería continuar siendo su amigo.  Y créanme, era lo que más deseaba en el mundo.

 Era una chica realmente especial esa Mary Jane. Pero hoy no estoy aquí solo para contarles cómo era ella o lo mucho que significó para mí, sino cómo acabó en la cárcel con un cargo de asesinato a sus espaldas.







domingo, 9 de junio de 2013

Mejorar.



¿Sabes? Al final perdí la voz. Tanto tiempo buscando las palabras adecuadas, o el momento oportuno, preocupándome por detalles sin tener en cuenta la verdadera esencia del asunto. No sé cómo no me había fijado , pero por mucho que me repita las mismas cosas tengo la sensación de que no me hago caso ni a mí misma. Y mira que me lo han dicho cientos de veces. Mi madre siempre dijo que fui muy terca, yo creo que debido a que la mayoría de las veces lo que yo quiero no se corresponde con lo que es mejor para mí. Es extraño esto de tener sentimientos encontrados. Una de las cosas que establecen los principios de la psicología es que no se pueden tener sentimientos opuestos al mismo tiempo. Disiento. Yo sí creo en el amor-odio. Por un lado tienes ganas de que se marche, pero por el otro no te ves con fuerzas para perderlo. Y eso jode, entonces es cuando entras de nuevo en ese círculo vicioso de tu propia integridad física por un lado, tus objetivos por el otro. Sólo tengo una cosa clara, y es que te quiero. Te quiero besar, te quiero gritar, te quiero dormido, te quiero borracho, te quiero abofetear, te quiero conocer, te quiero abrazar, te quiero sorprender, te quiero contar, te quiero ocultar, te quiero inventar, te quiero a escondidas, a las claras y a las oscuras, te quiero, o no.

jueves, 30 de mayo de 2013

A medias.


Siempre pensamos que este momento nunca llegaría. Y aquí nos ves, a ti y a mí, sentados en un banco, quizá esperando que el cielo caiga sobre nuestras cabezas, ya de por sí cargadas de responsabilidades. Siento las manos heladas, a pesar del calor que hace. Siempre me pasa cuando me pongo nerviosa. Tú pareces sereno, con esa sonrisa que nunca abandona tus labios, cuando lo haga creo que el sol dejará de brillar tanto. Pero en el fondo sé que estás nervioso, tú a mí no me engañas, no a estas alturas. Me tenías confundida, y pensabas que así lo arreglabas todo, porque sabías que yo no soportaba mantenerte la mirada. Te reías de mí como si fuese una niñata estúpida cualquiera, y tal vez me comporté como tal. Tu manía de confesarme las cosas a medias. Sabías cuánto me gustaba que lo hicieras, vaya si lo sabías. Y cómo lo aprovechabas. Supongo que aquello se parecía bastante a la felicidad: efímera, plena, radiante. Y como todas las cosas terrenales, acabó. Yo creo que los dos contribuimos con nuestro trocito de indiferencia y pasividad, a nuestra manera. No pudimos aguantar más, supongo. Y pensar que te vuelvo a tener a unos pocos metros, ahora ya sin sentir nada...No sé de lo que tengo más miedo, si de lo grande que fue aquel día, o de lo monótono y decepcionante que se ha convertido ahora. Las dos cosas son increíbles, las mires por donde las mires, a su manera, como fuimos siempre tú y yo. 



lunes, 20 de mayo de 2013

Las ventajas de ser un marginado.


“No sé si tendré tiempo para escribir más cartas, porque podría estar demasiado ocupado intentando implicarme. Así que, si esta acaba siendo mi última carta, quiero que sepas que me encontraba mal cuando empecé el instituto y tú me ayudaste, aunque no supieras de qué hablaba ni conocieras a nadie que le hubiera pasado lo mismo, hiciste que no me sintiera solo. Sé que algunas personas dicen que estas cosas no pasan, y que hay gente que olvida lo que es tener dieciséis años en cuanto cumple los diecisiete, y sé que algún día todo esto serán anécdotas, que nuestras fotos se volverán viejos recuerdos y que todos nos convertiremos en padres o madres de alguien. Pero ahora mismo, estos momentos no son anécdotas, esto está pasando, estoy aquí, y la estoy mirando porque es preciosa. Puedo verlo, en ese instante te das cuenta de que no eres una historia triste, estás vivo. Te pones de pie, ves las luces sobre los edificios y todo lo que hace que te asombres. Escuchas la canción de aquella noche en el coche con las personas a las que más quieres en el mundo, y en ese instante sientes que…somos infinitos.”

sábado, 11 de mayo de 2013

De cero.

Yo no quería lo mejor. Simplemente me gustaba tu forma de llenarlo todo siendo tú mismo, sin necesidad de fingir nada, como alguien verdadero. Me gustaba esa manía tuya de no callarte las cosas, de decirlo aunque suene mal, aunque no guste, aunque duela. Y esa forma de ganarte a la gente con una sonrisa. Eras como un laberinto del que cada día descubrías un camino nuevo en el que perderte. Y ese nada que éramos entonces...eso era lo que más me gustaba, que no necesitábamos un nombre para expresar lo que sentíamos. Llámame nostálgica, pero fueron unos momentos tan tiernos, tan llenos de luz, de esperanza, que me es imposible olvidarlos. Es una pena, al final te volviste como todos, dejaste de buscar. Claro que tengo frío sin ti, aun teniéndote a centímetros, echo de menos lo que eras antes. Levanto la cabeza y veo la luna brillar en el cielo, parece que se burla de mí, que me está jugando una mala pasada. Al menos ahora lo tengo claro, y has sido tú mismo el que me ha abierto los ojos. Ya no tiene sentido seguir preguntándose qué pasó, o qué no pasó, qué fue lo que hicimos mal o de lo que tuvimos tanto miedo. Yo creo que en el fondo sabemos de sobra todas las respuestas a esas preguntas, pero no queremos reconocerlo. Por lo de siempre, por orgullo. Es mejor así, que nadie sepa nada, que no quiero ni imaginar lo que los silencios hablan. 


Cigarettes - Russian Red

domingo, 28 de abril de 2013

Así de fácil.


Es simple, como que en mi cuarto ya huele a verano, como que todos tenemos un lado bueno, y otro horrible; como que las cosas realmente especiales vienen por sí solas; como las risas de cansancio; como echarle un poco de imaginación; como contar tus pestañas; como una hoja de papel en blanco; como encontrar algo que creías perdido; como cuando estrangulas tus pensamientos; como pedirle un deseo a una estrella fugaz; como cuando te falla la voz; como estar sin ti; como borrar los malos recuerdos; como sonreír por la calle sólo porque eres feliz, a pesar de todo y debido a todo; como vivir.



viernes, 12 de abril de 2013

Viaje.

Diáfanas corrientes de pensamiento surcan mi mente, algún día nos daremos cuenta de que somos más fuertes de lo que nosotros mismos pensamos, que aguantamos más tonterías de las que nos creemos. Y no sabes cómo duele el alma. La sensación de haber perdido algo muy grande, y sentirte vacía por dentro, así de repente. Guau, eso sí que asusta. Apoyo y superación, dos palabras que ahora me cuesta entender. Aguante. Sin embargo, continúa mi manía de darle demasiada importancia a los detalles y a los deseos. Sólo son palabras al azar sin sentido relativo, pensamientos al compás de la música... ¿Y qué? No por ello dejan de ser importantes. Celos absurdos y amistades eternas. Demasiados sentimientos acumulados. Es como una bomba de relojería. No sé si dolía más antes, cuando te gritaba en silencio un para siempre, o ahora, que no encuentro el momento de anunciarte el hasta nunca. A veces me pregunto si todavía sigues ahí, pero sólo cuando salgo de mi caparazón. Veo el sol brillar, quiere hacerle la competencia a tu sonrisa. Salgo a la calle y observo en el escaparate de una tienda que los "no te olvides de mí" y los "nunca me abandones" ya han pasado de moda. Son parte de otro tiempo, lejano, ya vivido. Sin embargo, como ahora jugamos a mirar hacia delante, ya no me preocupa. Tengo los labios cortados, yo creo que es del frío de corazón, que ha vuelto a pillarme desprevenida. Sigo sin entenderte, siempre fue lo que más me preocupó, al fin y al cabo. Y lo que más me gustaba. Ahora parpadean las nubes, parece que están preparándose para un viaje. Dame la mano, no tengas miedo, que mientras vayamos con ellas estaremos a salvo.

Give me love - Ed Sheeran.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Incomplete.

A veces el mundo te defrauda, y digo a veces por no decir siempre. Puede que suene pesimista, pero no tiene nada que ver con eso. Dime, ¿cuándo te han salido las cosas tal y como esperabas? Puede que mejor, puede que peor, pero nunca salen justo como nos las imaginábamos. Quizá es culpa nuestra, al fin y al cabo somos nosotros los que fabricamos nuestras propias ilusiones y también nuestros propios horrores. Quién sabe, igual algún día nos damos cuenta y dejamos de buscarle los tres pies al gato con cada cosa que hacemos, decimos o esperamos que suceda. Yo me pasé mucho tiempo esperando y dándole vueltas a las cosas, imáginandome situaciones realmente hermosas y otras verdaderamente espantosas. Demasiado tiempo. Muchos diréis que al final eso no sirvió de nada, que iba a pasar lo que tuviera que pasar y que soy una ilusa; tal vez lo sea, pero desde luego, una cosa he aprendido, y es que no se puede obtener de donde no hay, de donde nunca hubo, por mucho que me haya empeñado en buscarlo. Así que he tomado la decisión de no comerme más la cabeza, y menos aún con algo que se repite constantemente, algo que siempre supe y que nunca, hasta ahora, quise ver. Lucharé por mis sueños, intentaré que el futuro salga lo mejor posible, haré todo lo que esté en mi mano por ser lo más feliz que pueda, porque no vine a este mundo para perder el tiempo. Pero lo realmente difícil no ha sido darse cuenta de todo esto, sino que ahora lo que más va a costar es mantenerlo. 






sábado, 16 de marzo de 2013

500 days of Summer.


Summer- ¿Qué hay Tom? Sabía que te vería aquí. Este sitio me encanta desde que me lo mostraste.
Tom- Supongo que tengo que darte la enhorabuena .
Summer- Sólo si es de verdad.
Tom- Oh! Pues, en ese caso…
Summer- Oye, ¿estás bien?
Tom- Lo estaré, algún día.
Summer- ¡Qué traje tan chulo!
Tom- Gracias.
Summer- Estás deslumbrante.
Tom- Y tú.
Summer- Gracias.
Tom- He dejado el trabajo.
Summer- ¿Ah, sí? No lo sabía, me alegro.
Tom- Y tú te has casado.
Summer- Sí, es de locos, ¿eh?
Tom- Debiste decírmelo.
Summer- Lo sé.
Tom- En aquella boda, bailando.
Summer- Bueno, aún no me lo había pedido, así que…
Tom- Pero estaba en tu vida, ¿verdad?
Summer- Sí.
Tom- Y…¿Por qué bailaste conmigo?
Summer- Porque quería hacerlo.
Tom- Siempre haces lo que quieres, ¿verdad? Nunca quisiste ser novia de alguien y ahora eres la mujer de alguien.
Summer- Hasta a mí me sorprendió.
Tom- No creo que yo llegue a entenderlo nunca. Vamos, que no tiene mucho sentido.
Summer- Surgió sin más.
Tom- Pero eso es lo que no entiendo, ¿cómo surgió sin más?
Summer- Sólo me levanté un día y lo supe.
Tom- ¿El qué?
Summer- Pues lo que no supe seguro contigo.
Tom- ¿Sabes lo que jode? Darse cuenta de que todo en lo que crees es una mentira podrida. Eso jode.
Summer- ¿A qué te refieres?
Tom- Ya sabes, al destino, las almas gemelas, el amor verdadero y esas memeces de fantasía y de idiotas. Tenías razón, hice mal en  no escucharte.
Summer- No…
Tom- Sí, ¿por qué me sonríes?
Summer- Tom…
Tom- ¿Qué? ¿Por qué me miras así?, venga.
Summer- Bueno, supongo que será porque estaba sentada en un café leyendo Dorian Gray y un chico se me acerca y me habla del libro y…ahora es mi marido.
Tom- Ya, bueno, ¿y qué?
Summer- ¿Y si no hubiera ido a ver una peli? ¿Y si hubiera ido a comer a otro sitio? ¿Y si hubiera llegado diez minutos más tarde? Estaba predestinado, y no paro de pensar: Tom tenía razón.
Tom- No.
Summer- Sí, es cierto. Sí…es cierto. Sólo que te equivocabas respecto a mí. Tengo que irme ya, pero me alegra mucho saber que te va bien.
Tom- ¡Summer! De verdad espero que seas muy feliz.




jueves, 7 de marzo de 2013

Con el corazón a media asta.

Por favor, no lo rompas. No dejes que caiga como ya hiciste más veces. Y observando ese tenue velo tras el que te escondes sé que estás tú, esperando. Mil susurros. De alguna forma yo también espero, aunque tú no lo sepas, espero la libertad y la vida, espero la confianza. Dicen que es bueno esperar cosas de los demás, pero malo esperar demasiadas. Lo que no te dicen es durante cuánto tiempo hay que esperar, lo que no te dicen es hasta dónde llega ese "demasiado". Y pasan los días y huele a verano, a final y también a inicio. A melancolía y a esperanza. Yo creo que en el fondo es la primavera, en el fondo todo es culpa de ella, si lo piensas. Pensarte. Contigo. Suena una guitarra de fondo. Siempre cuestan las despedidas, no me sientas más. Y el fino velo se convierte en pátina de hierro un día, en nube de algodón, otro. Y vuelve el amor por las palabras, más fuerte, si cabe. Gritos. Suspiros. Nunca dejes de hablarme. De escribirme. Ahora me voy, aunque todavía no sea el momento, ni el lugar, ni la ocasión, aunque ni siquiera venga a cuento; no me mires así, que tú también despareces cuando quieres, para brillar para mí después. Amanecer. Inspiración, eterna salvación. Hasta pronto, que adiós se le dice a los muertos, y tú siempre estarás vivo para mí, conmigo. Gracias, me ha encantado escribirte. 






martes, 19 de febrero de 2013

Nada.


Ni todos los besos de película, ni todos los poemas de Neruda, ni todas las canciones de amor, ni todos los días de San Valentín, ni todos los “te quiero”, tanto los que fueron dichos como los que se quedaron en lágrimas; ni todos los finales felices, ni todas las estrellas del universo, ni todos los corazones, ni todas las bodas del mundo, ni siquiera todas las parejas, nada, absolutamente nada, pueden compararse con mis sentimientos, con nuestra historia no comenzada, con tu graciosa forma de caminar, con tus largas pestañas, con mis sonrisas de idiota, con tus enfados, con tus borderías y con tus palabras de cariño, con nuestra amistad, con tus preciosos ojos almendrados, con tu chulería, con tu amabilidad, con tus idas y con tus venidas, con cada roce, con cada mirada. Nada podrá compararse con tus imperfecciones, y con lo mucho que las amo día a día. Nada. 



martes, 29 de enero de 2013

Hoy no me encuentro.

Levantarte un día más, y pensar: hoy no, hoy todavía no toca. Sonreír a pesar de todo, esa es la actitud. A pesar del cansancio, a pesar del agobio, a pesar de que haga un mal día y no te apetezca verle la cara al mundo. Sin embargo, ahí estás tú, pequeña e insignificante, pero fuerte. Aguantando otro día más, pensando que queda un día menos, si lo ves del revés, que cada día que pasa es maravilloso por el simple hecho de serlo, por el simple hecho de poder colarme entre tu risa. Por ese quiero y no puedo, o ese tira y afloja. Lo que es mejor: por ese quiero y lo intento, y por ese tira que yo te sujeto. Por esas cosas, por el esfuerzo, por los recuerdos, aunque sepas que luego duele, que en un futuro herirán las cicatrices del alma, aún así, echaré de menos esos días, en los que el tiempo no cambiaba, en los que todavía quedaba un rinconcito para soñar.








Dedicado a esa personita que, por muy mal que me salga un texto, aunque lo haga de noche, cansada y en cinco minutos, ella me seguirá diciendo que es precioso. Muchas gracias por todo. ASM.

jueves, 17 de enero de 2013

Sobre cosas de la vida.


El otro día, alguien me preguntó cuál era mi libro favorito, y me pareció una de esas preguntas trampa, como cuando de pequeño te preguntaban: ¿A quién quieres más? ¿A mamá o a papá? Pienso que no existe libro favorito para nadie, cada uno tiene su momento y su lugar, distintos significados según la persona que lo lea, para cada cuál es especial a su manera; de la misma forma que quieres de manera distinta a tu padre y a tu madre, y no por ello significa que quieras más a uno que a otro. Pues por esta regla de tres se dan todas las situaciones de la vida: algunos pretenden alcanzar la felicidad a través del dinero, otros, del poder, otros, de la fama. Incluso hay gente que piensa que puede ser feliz engañando y mintiendo, aunque signifique hacer daño a otros, y lo que es peor, hay gente dispuesta a autoconvencerse de ser algo que no es; pero yo no soy de esas, en realidad, me hace falta muy poco para ser feliz: mis padres, mis amigos, él y mi abuelo, no necesito nada más. Y hoy os digo que para mí, el mejor momento de la semana ha sido el poder coger la mano de mi abuelo y hablarle, que sienta que estás ahí para lo que sea, y que no quiera soltarte cuando le dices que te tienes que ir. Hay los que no lo entienden, y prefieren no escuchar, normal: se han pasado toda su vida sin hacerlo. Quieren hacerme creer que es idiota, que ya está todo acabado, que no entiende nada ni sabe lo que dice. Menos mal abuelo, que tú y yo sabemos que no es así, pobres ilusos, qué listos se deben de creer, con sus pastillas y sus lamentos, qué fácil es para ellos no ver lo que no quieren ver. Ánimo, que todavía quedamos unos pocos valientes que nos atrevemos a ver la realidad, pero tú no te preocupes, será nuestro pequeño secreto, ¿vale? Sólo vas a tener que compartirlo con esos privilegiados que creen en ti. De todas formas, creo que ellos ya lo saben sin necesidad de explicarles nada, es de esas cosas de las que cierta gente se da cuenta sin necesidad de que se lo digan, seguro que a ti también te pasó alguna vez, porque tú también eres de esos a los que les gusta sonreírle a la vida.
Eres grande abuelo, y yo estoy contigo. Siempre lo estaré.





miércoles, 2 de enero de 2013

Cada uno de mis suspiros lleva tu nombre.

Quiero emborracharme de tu sonrisa, quiero que me roces con cada fibra de tu ser, quiero que vivas conmigo cada día como si fuese el último. Necesito más tú, para llenar mi yo. Quiero pasear contigo junto al mar, y que me digas lo guapa que me ves esta noche, y me pongas colorada. Quiero ser contigo, todos los días de mi vida, no quiero compartirte con ninguna otra, a veces ni siquiera quiero compartirte contigo mismo. Te quiero, hasta la luna, ida y vuelta, como te quise el primer día y como te querré el último, te quiero hasta la locura. Tengo sobredosis de ti, de tus gestos, de tu personalidad, de cada matiz de tu cuerpo. No existen palabras, ni razones, no existen pretextos ni motivos de peso; todavía no sé por qué, no es algo que se pueda explicar con palabras, es algo que se siente, que se sufre, que se llora y que se ríe, es eso que los osados llaman amor, eso es lo que se escapa de mi boca con cada sonido que se refiere a ti. Ojalá estuvieras aquí, conmigo siempre. Mejor, ojalá pudieras desaparecer y dejarme vivir, pero eso sería ponerme las cosas demasiado fáciles, y tú nunca fuiste chico fácil, y eso me gusta, me encanta, me vuelve loca, me enamora. Tú y sólo tú, en eso quiero pensar durante los próximos mil años.