domingo, 30 de diciembre de 2012

La sombra del viento.

Más que un libro.



"Querido Julián:
Esta mañana me he enterado por Jorge de que realmente dejaste Barcelona y te fuiste en busca de tus sueños. Siempre temí que esos sueños no te iban a dejar nunca ser mío, ni de nadie. Me hubiera gustado verte una última vez, poder mirarte a los ojos y decirte cosas que no sé contarle a una carta. Nada salió como lo habíamos planeado. Te conozco demasiado y sé que no me escribirás, que ni siquiera me enviarás tu dirección, que querrás ser otro. Sé que me odiarás por no haber estado allí como te prometí. Que creerás que te fallé. Que no tuve valor. Tantas veces te he imaginado, solo en aquel tren, convencido de que te había traicionado. Muchas veces intenté encontrarte a través de Miquel, pero él me dijo que ya no querías saber nada de mí. ¿Qué mentiras te contaron, Julián? ¿Qué te dijeron de mí? ¿Por qué les creíste? Ahora ya sé que te he perdido, que lo he perdido todo. Y aun así no puedo dejar que te vayas para siempre y me olvides sin que sepas que no te guardo rencor, que yo lo sabía desde el principio, que sabía que te iba a perder y que tú nunca ibas a ver en mí lo que yo en ti. Quiero que sepas que te quise desde el primer día y que te sigo queriendo, ahora más que nunca, aunque te pese.
Te escribo a escondidas, sin que nadie lo sepa. Jorge ha jurado que si vuelve a verte te matará. No me dejan ya salir de casa, ni asomarme a la ventana. No creo que me perdonen nunca. Alguien de confianza me ha prometido que te enviará esta carta. No menciono su nombre para no comprometerle. No sé si te llegarán mis palabras. Pero si así fuera y decidieses volver por mí, aquí encontrarás el modo de hacerlo. Mientras escribo, te imagino en aquel tren, cargado de sueños y con el alma rota de traición, huyendo de todos nosotros y de ti mismo. Hay tantas cosas que no puedo contarte, Julián. Cosas que nunca supimos y que es mejor que no sepas nunca. 
No deseo nada más en el mundo que seas feliz, Julián, que todo a lo que aspiras se haga realidad y que, aunque me olvides con el tiempo, algún día llegues a comprender lo mucho que te quise.


Siempre,

Penélope."



                                                       




sábado, 1 de diciembre de 2012

Hoy no me atrevo a hablar.


Hoy, hoy no me atrevo a hablar. Ni hoy, ni mañana. Ni dentro de un siglo. Quizá te dé igual mi vida interior. Lo siento si es así. Solían gustarte mis pensamientos trasladados al papel, pero sólo aquellos que te permitía leer. Yo disfrutaba con tus sonrisas, entre papeles, sonrisas que no llegaban a tus ojos. Aun así me conformaba, porque eran sonrisas de complicidad, sonrisas no transformadas. Disfrutaba mandándote indirectas que sólo yo entendía. Tan jóvenes y con tanto miedo. Qué contradicción más absurda. Me pregunto cuánto tiempo dedicas todavía a pensar en mí. Sería divertido hacer una gráfica común de pensamientos mutuos y ver cómo se me disparan mis cifras, mientras que las tuyas permanecen inalterables, tan frías, tan indiferentes. Me arrepiento de acciones no llevadas a cabo, de palabras desaprovechadas. Me pregunto si tú también fuiste consciente de su existencia en algún momento y también las dejaste escapar. Pienso a menudo en cómo será nuestra vida dentro de unos años, si habré puesto punto y final a esa costumbre que tengo últimamente de amarte en silencio. Si seguiremos en contacto, si por una vez en tu vida me echarás de menos. Y así es como veo las cosas, incompletas, apagadas si no estás tú con el brillo de tus ojos. Deberíamos haber parado el tiempo en ese instante en el que nuestras manos se rozaron y mi corazón dejó de latir. Deberíamos haber hecho las cosas bien. Pero yo siempre estaré dispuesta a empezar de cero siempre que tú quieras, cuando tú me lo pidas. Y cuando digo siempre, es siempre. Hoy, mañana, y dentro de un siglo.