Hoy,
a eso de las 19:45 de la tarde, decidí volver a casa caminando, actividad que
disfruto mucho. Me había puesto los cascos, como siempre, e iba sumida en mis pensamientos,
observando la bulliciosa actividad que se respiraba en la ciudad a esas horas.
De repente sentí que me estaban mirando. El origen de tal atención estaba en
dos chavales que iban en coche, de los cuales el copiloto me dijo algo que no
alcancé a oír y me lanzó un beso. Yo lo ignoré, seguí caminando y opté por ni
siquiera mirarlos. Entonces ellos se vieron obligados a parar en el semáforo
que yo iba a cruzar, que estaba en rojo. Me seguían mirando, con unas sonrisas
de suficiencia que me molestaron bastante. Justo cuando iba a cruzar, maldita
la casualidad que pasaron dos hombres mayores detrás de mí, gritándome lo
siguiente: “Morena, qué buena que estás”. El tono de su voz fue tan alto que lo
escuché por encima de la música, que a esas alturas ya había pausado. Eso le
dio la oportunidad perfecta al que iba en coche para redundar en sus obscenos
comentarios.
No
sé si os ha ocurrido una escena similar a esta, si la habéis observado o
incluso habéis participado. Sea como sea, está mal. Cuantas más vueltas le daba
al asunto, más cuenta me daba de lo enferma que está la sociedad en la que
vivimos, de la falta de valores, de educación y
de comprensión que existe. Os lo explicaré del siguiente modo: no nos
hacéis sentirnos más bellas, no contribuís a nuestra autoestima, no es un halago
para nosotras. Al contrario, esto fue lo que creció en mi interior de forma
descontrolada: rabia, impotencia, indignación, miedo, asco, vergüenza. No somos los
objetos sexuales de nadie, ni estamos aquí para satisfacer al nivel que sea.
No. Somos personas, con una inteligencia, con unos ideales, valores,
pensamientos, sueños e ilusiones. Somos iguales, y hasta que eso no esté
totalmente inculcado e interiorizado en todas nuestras mentes, tanto de hombres
como de mujeres, la sociedad no va a avanzar. Y creedme, todavía queda mucho
recorrido. ¿Qué habría pasado si esto hubiese sucedido de noche? Es la pregunta
inevitable que todavía me corroe por dentro. No quiero salir a la calle con
miedo, no quiero que ningún hombre ni mujer salga la calle sintiéndose
amenazado, ni leer cada día terribles noticias que corroboran la falta de moral
existente.
Por otro lado, hoy mismo me he enterado del
deplorable comportamiento de una profesora universitaria en sus clases.
Afirmaba estar al cien por cien dispuesta a ayudar a toda chica con su TFG, con
cualquier duda, con cualquier problema. Sin embargo, este no era el
comportamiento que exhibía con los hombres. Proclamaba a todo aquel que
estuviera escuchándola que no pensaba mover un dedo para ayudarles en nada, porque
“las mujeres son más listos que los hombres” y “ella era muy feminista”.
Promover el odio de forma irracional, ser injusta y completamente parcial, que
el simple hecho de haber nacido hombre o mujer se convierta en la razón de
creerse con derecho a brindar determinados privilegios. Eso no es ser
feminista. Ni siquiera es ser profesora. Eso es dar más argumentos para que la
sociedad se forme una idea todavía más equivocada del feminismo, eso es manchar
el común objetivo de conseguir la igualdad. Pero eso no es lo más preocupante.
Puedo imaginarme a hombres criticándola, defendiéndose, mostrando que ellos no
encarnan la prehistórica imagen de la brutalidad sin sesera. Igualmente me
puedo imaginar titulares proclamando el machismo de los jóvenes, la mujer como
víctima, orgullosa de la tiránica inmunidad que le da su condición femenina en
determinadas situaciones. No señores, esto tampoco es machismo, y una vez más
hemos errado en nuestro cometido. Así que no, para ellos tampoco es fácil
deshacerse de esos roles de dominancia, brutalidad, fuerza y protección.
También aman, también sienten, también les duele y tienen ganas de llorar, así
como el mismo derecho que nosotras a hacerlo sin que por ello solo reciban
descalificativos.
Finalmente,
me gustaría creer que algún día podremos crear una sociedad totalmente
igualitaria, donde las mujeres puedan salir de casa sin sentirse inferiores y a
los hombres se les permita tener inseguridades. Una sociedad donde los términos
machismo y feminismo solamente se puedan leer en los libros de historia, donde
queden plasmados como un recordatorio de un mundo en el que el único concepto
válido sea igualdad.