jueves, 26 de julio de 2012

Globos de agua.

Con el tiempo, aprendes que muchas veces las cosas buenas llegan sin avisar, así porque sí. Puede que al principio presionar sobre tu objetivo al máximo pueda parecer una idea bastante persuasiva. No te estoy diciendo que dejes de luchar por lo que quieres pero, ¿sabes?, si algo tiene que ser, será; si algo tiene que ocurrir, ocurrirá. Cuánto más buscas algo, más te alejas de ello; y todavía no sé cómo es, que cuando ya ni te acordabas de los colores de tu sueño, lo tienes ahí, y te basta con alzar las yemas de los dedos para poder atraparlo. Es entonces cuando tienes que aprovechar la oportunidad y correr detrás de él, tan rápido que te duelan los pies y se te cansen las piernas. Al fin y al cabo, yo siempre he pensado que los sueños son como los globos de agua: si los aprietas demasiado, o bien se te escurren de entre los dedos, o acaban estallando y salpicándote con toda el agua que llevaban dentro. Sin embargo, si lo coges con cuidado, con suavidad, puedes modelarlo a tu manera, puedes hacer con él lo que quieras e incluso, si tienes buena vista, puedes observar el agua que hay en su interior. A veces el agua está en mayor cantidad, otras es menos abundante, pero siempre habrá sueños guardados dentro de nuestros globos de agua privados.



sábado, 14 de julio de 2012

Silencio.

Cuando has alcanzado por fin ese silencio, ese que tanto llevabas añorando desde hacía tiempo, esa tranquilidad, ese sosiego. No, no me refiero a un silencio parcial, a ese que se escucha por las noches cuando te vas a dormir, a ese al que te acostumbras en la ciudad. Superficial, artificial, creado para engañar, para gustar. Ese silencio comercial. No, yo me refiero al silencio total, al que te inspira paz, la de verdad, sin trucos, sin mentiras. Cuando después de tanto tiempo buscándolo desesperadamente lo encuentras, al fin sientes que tu vida está completa, que tanto esfuerzo y dedicación tienen un sentido, que ya no dudas de ti misma, y a la vez te da todo igual. Cuando consigues mantener una tregua con el mundo, un descanso, un gran y profundo alivio. Es entonces cuando empiezas a apreciar las maravillas que te rodean cada día, cuando te das cuenta de la suerte que tienes, cuando observas los pequeños detalles con detenimiento, que, al fin y al cabo, son los más importantes. Acabas percibiendo todo de otra forma totalmente distinta a la que estabas acostumbrada, y tú misma te sientes diferente, cambiada, con más ganas de todo, mucho más preparada para afrontar el día a día, más llena de vitalidad. Y es que siente, realmente, que vuelves a nacer.