lunes, 8 de diciembre de 2014

Hoy, ayer y siempre.


Un mundo en el que nos dé pena por lo que fue, y por lo que pudo no haber sido. En ese mundo, ellos fueron dos coros mudos, dos especies en peligro de extinción, dos añorados sueños que cayeron en saco roto, dos cantautores que se quedaron en blanco. Ella se volvió más fuerte, él borró su cuenta nueva. Ella se iluminó, él perdió la locura. Rozaron el infinito con la punta de los dedos, hasta dar con la pregunta a su respuesta. Sintieron quedarse sin respiración a quilómetros de distancia. Se arrepintieron de haberse querido tanto. Se emocionaron con la magia de nuevos paisajes, y pensaron que vidas no hay ninguna si no podían estar junto al otro. Y se vieron reflejados en el vaivén de las olas. Demasiado orgullosos para llorar, demasiado orgullosos para decir nada, sin sentir ni dejar de hacerlo. En standby. Se olvidaron de volver a empezar, y rechazaron mil ofertas indecentes. No encontraron la tan ansiada aguja dentro del pajar, ni fueron capaces de invocar fuego y hielo para poder volver a sentirse. Decidieron separarse, decidieron existir cada uno por su lado, decidieron no volver a traspasar la barrera del sonido de un solo suspiro. Decidieron que lo último que querían oír era el sonido metálico de los engranajes del tren, y los raíles rugiendo, como sus encendidos corazones. Decidieron convertir la nostalgia en arte, y los errores en libros.
Él miró el correo aquella mañana, como cada día. Una arrugada carta se encontraba por encima de las demás, como dudando si quería o no destacar sobre el resto. Había conocido una vez a una chica que se comportaba de la misma manera. Y leyó: "te escribo a ti, porque nunca sé qué contarte. Te escribo a ti porque siempre fuiste y serás mi volcán en erupción, mis ganas de estrangularte y de amarte a la vez. Pero sobre todo, te escribo a ti, porque pase lo que pase, hoy, ayer y siempre, serás el final feliz que nunca me escribiste."
You and me - Roseave


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