viernes, 2 de enero de 2015

Fin de año.


Sé que hoy todos estamos un poco más sensibles. Sé que hoy es el día que aprovechamos para agradecerle a toda esa gente que ha estado a tu lado a lo largo de un año entero, gente que lo merece, gente a la que olvidas, gente maravillosamente nueva, o gente que ya ha escapado de nuestras vidas. Sé que hoy, el que más y el que menos, y sí, probablemente tú y también yo, estemos mirando fijamente nuestros móviles cada dos minutos, esperando recibir felicitaciones, deseos, nuevas esperanzas, mensajes que no dan llegado. Esperando sonreír, esperando sentir ese vuelco en el corazón ante simples palabras unidas de la forma correcta. Hoy es día de sentirte querido por los que te rodean, de echar de menos a aquellos con los que te gustaría compartir este instante, de nuevos propósitos y metas a alcanzar. No me voy a extender mucho más, no me gustan las tradiciones, y creo que todo eso que esperamos un año entero para valorar, deberíamos tenerlo en cuenta y pensar en ello a diario. Deberíamos plantearnos más a menudo la suerte que tenemos, y el gusto de vivir rodeado de gente que lucha por ti y junto a ti, y qué poco lo pensamos. Por eso este día no va dirigido a esa gente que me soporta cuando estoy de buenas y de malas, cansada o tremendamente despierta, que me ha visto reír, llorar o emocionarme, a mi familia, a mis amigos, a todas esas personas que están, que llegaron, vinieron o se fueron por razones correctas o equivocadas. No, me niego a dedicaros solamente un día, porque os merecéis el resto de los días del año. Gracias.

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