viernes, 13 de abril de 2012

Sombras.


Esa sombra dentro de mí ha vuelto. Lo sé. La noto. No sé de dónde ha salido ni por qué, o quizás sí lo sé pero no quiero admitirlo. Me cuesta creer que haya vuelto a caer en la misma trampa, pero si lo piensas bien tampoco resulta tan extraño. Siento cómo poco a poco la sombra se apodera de mi ser, de mis acciones, mis palabras y mis sentimientos; cómo me envuelve. Ese escalofrío. Otra vez. Esa impotencia. Otra vez. Intentan hacernos creer que el mundo es rosa y los Reyes Magos existen. La sombra me oprime, me agobia. Intentan hacernos creer que las personas malas van al Infierno y las buenas al Cielo. Es mentira. Y lo sabemos. Pero aun así nos dejamos engañar, queremos creer lo que nos dicen, incluso sabiendo que no es verdad. Quieren manipular el tiempo, aunque en el fondo tengas la certeza de que cuanto más mayor eres, más numerosas son tus arrugas, más tus recuerdos, mayor el peso de tu alma. Se empeñan en vendernos bonitas imágenes de la vejez, y sabemos que no es así, y nos lo tragamos igual. Nos hacen creer que los políticos no nos engañan y que la droga es mala. Claro, entonces aparecen las sombras. Pálidas al principio, fuertes a medida que nos creemos nuestras propias mentiras. Cuidado con tu sombra, no dejes que se haga demasiado grande, o te darás cuenta de su presencia y, claro, eso no les interesa, no les beneficia. Prefieren que la sombra nos vaya consumiendo poco a poco y no tengamos tiempo de reaccionar o lo hagamos demasiado tarde. Ellos saben que nos gusta oír lo que queremos oír, y nosotros queremos oír que nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos. Pero nadie nos dice que no es solamente eso, que hay mucho más, muchísimo más. Cierta gente no quiere ni oír hablar de términos como esperanza, libertad y justicia; así como de opresión, guerra y dolor, y mucho menos de revolución. Quieren que las sombras nos devoren y que acabemos diciendo a todo que sí. Pero no lo permitas, no dejes que la sombra te venza, sé que puedes hacerlo. ¿Ves? Así, ya está. Ahora se está mucho mejor; pero no cometas el error de dejar que vuelva, no cometas el error de dejarte engañar de nuevo, ni siquiera por ti mismo.


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