Esa sombra dentro de mí ha vuelto. Lo sé. La noto. No sé de
dónde ha salido ni por qué, o quizás sí lo sé pero no quiero admitirlo. Me
cuesta creer que haya vuelto a caer en la misma trampa, pero si lo piensas bien
tampoco resulta tan extraño. Siento cómo poco a poco la sombra se apodera de mi
ser, de mis acciones, mis palabras y mis sentimientos; cómo me envuelve. Ese
escalofrío. Otra vez. Esa impotencia. Otra vez. Intentan hacernos creer que el
mundo es rosa y los Reyes Magos existen. La sombra me oprime, me agobia.
Intentan hacernos creer que las personas malas van al Infierno y las buenas al
Cielo. Es mentira. Y lo sabemos. Pero aun así nos dejamos engañar, queremos
creer lo que nos dicen, incluso sabiendo que no es verdad. Quieren manipular el
tiempo, aunque en el fondo tengas la certeza de que cuanto más mayor eres, más
numerosas son tus arrugas, más tus recuerdos, mayor el peso de tu alma. Se
empeñan en vendernos bonitas imágenes de la vejez, y sabemos que no es así, y
nos lo tragamos igual. Nos hacen creer que los políticos no nos engañan y que
la droga es mala. Claro, entonces aparecen las sombras. Pálidas al principio,
fuertes a medida que nos creemos nuestras propias mentiras. Cuidado con tu
sombra, no dejes que se haga demasiado grande, o te darás cuenta de su
presencia y, claro, eso no les interesa, no les beneficia. Prefieren que la
sombra nos vaya consumiendo poco a poco y no tengamos tiempo de reaccionar o lo
hagamos demasiado tarde. Ellos saben que nos gusta oír lo que queremos oír, y
nosotros queremos oír que nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos. Pero
nadie nos dice que no es solamente eso, que hay mucho más, muchísimo más.
Cierta gente no quiere ni oír hablar de términos como esperanza, libertad y
justicia; así como de opresión, guerra y dolor, y mucho menos de revolución.
Quieren que las sombras nos devoren y que acabemos diciendo a todo que sí. Pero
no lo permitas, no dejes que la sombra te venza, sé que puedes hacerlo. ¿Ves?
Así, ya está. Ahora se está mucho mejor; pero no cometas el error de dejar que
vuelva, no cometas el error de dejarte engañar de nuevo, ni siquiera por ti
mismo.
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