domingo, 2 de marzo de 2014

Territorio.



Me gusta porque entiendes que las personas más bonitas no son siempre las mejores, porque reduces el placer de una mirada a un día normal, y ensalzas cada gesto para convertirlo en poesía no pronunciada. Me gusta porque susurro al viento un ojalá vuelvas, y me contesta cuando estoy al borde de la desesperación. Me gusta porque odias los domingos, o las noches sin luna. O quizá es lo que no me gusta lo que me encanta. La vida siempre es una gran contradicción, un murmullo del destino que te hace pensar que las grandes cosas siempre pasan por casualidad. Y realmente la situación tiene gracia, porque ni creo en el destino, ni creo en la casualidad. Tampoco en la suerte. La gente a la que no le gusta la suerte dice que si quieres algo tienes que buscarlo, y que cuando lo encuentres no debes soltarlo. Pero yo no soy de las que busca, si no de las que se deja llevar, y tampoco soy de las que agarra, si no de las que acaricia. Así que cojamos una de esas noches sin luna y movámonos al ritmo de nuestras respiraciones, hasta que se compenetren, y sienta tus manos arder en mis caderas, o pueda pronunciar el olor de tu pelo. Quiero que lo que nunca ha empezado, no termine jamás.

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