sábado, 2 de agosto de 2014

'We might be dead by tomorrow.'


Era un vacío incómodo. Ella lo sabía. Como sabía también que hay distintos tipos de vacíos, porque con el tiempo había aprendido a diferenciarlos. Le gustaban los tipos de cosas. De risas, de estabilidades, de silencios. En aquel momento se sentía como si estuviese dando el último aliento de una carrera, como si hubiese estado guardando todas sus fuerzas para ese momento y por fin lo diera todo en esos últimos metros. Y cuando llegase a la meta descubriese que estaba sola. Que había corrido junto a otros en el camino, pero que finalmente los había dejado atrás, porque estaba cansada de dejar pasar oportunidades. Sin embargo, la batalla más difícil todavía estaba por llegar, y era contra ella misma. Sabía que en un futuro recordaría aquel momento y se reiría de lo absurdo que había sido todo, de sus antiguas esperanzas, de sus banales preocupaciones. Sabía por experiencia que aquel momento era distinto y a la vez parecido a otro pasado ya vivido. Y no quería sufrir más. Ya no. No obstante, no podía quitarse de la cabeza aquella extraña nostalgia que cada día le susurraba un "vuelve" frente a un mar azul verdoso intenso. Un mar veraniego. El más puro y difícil de comprender. Además uno intenso. Le gustaban las cosas intensas. Recuerdo cuando estaba entre tu espalda y la pared, y los sonidos lo inundaban todo. Pero recuerdo más aún el suave tacto del mediodía en mi piel, el viento acariciando mi rostro, tu sonrisa despeinada. Recuerdo estar entre hojas de otoño y últimos ramalazos de alguna de esas noches sin sentido que, curiosamente, llenaban nuestras vidas más de la cuenta. Recuerdo empezar cartas y anécdotas que jamás terminé, para ti (y también para mí). Recuerdo más corazones perdidos que llamadas perdidas, esas siempre las acabas encontrando. Recuerdo saborear la vida bailando en tus ojos. Recuerdo que éramos héroes. 


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